miércoles, 4 de octubre de 2017

Pigmalión

                            Jean Leon Gêrome                                                                      
Durante mucho tiempo Pigmalión, Rey de Chipre, había buscado una esposa cuya belleza correspondiera con su idea de la mujer perfecta. Al fin decidió que no se casaría y dedicaría todo su tiempo y el amor que sentía dentro de sí a la creación de las más hermosas estatuas.  Al fin se enamoró de una estatua femenina de marfil esculpida por él mismo. Era una mujer de rasgos perfectos y hermosos. La llamó Galatea y soñó que cobraba vida.


                         Bronzino

En una de las grandes celebraciones en honor a la diosa Afrodita, Pigmalión suplicó a la diosa que diera vida a su amada estatua.

                   


                      Jean-Léon Gérôme

Ovidio dice así sobre el mito en el libro X de Las metamorfosis: «Pigmalión se dirigió a la estatua y, al tocarla, le pareció que estaba caliente, que el marfil se ablandaba y que, deponiendo su dureza, cedía a los dedos suavemente, como la cera del monte Himeto se ablanda a los rayos del sol y se deja manejar con los dedos, tomando varias figuras y haciéndose más dócil y blanda con el manejo. 

                             Edward Burne-Jones

Al verlo, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Volvió a tocar la estatua otra vez, y se cercioró de que era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos.» Afrodita terminó de complacer al rey concediéndole a su amada el don de la fertilidad y así al poco tiempo nació una hija a la que llamaron Safo, quien, a su vez tendría una hija llamada Ciniras.




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