jueves, 10 de agosto de 2017

ALEGORIA DE LA REGENCIA DE ANA DE AUSTRIA



Ana de Austria era la mayor de los ocho hijos que tuvieron FelipeIII y Margarita de Austria.  Ana nació en Valladolid en 1601. A pesar de que su madre murió cuando ella tenía 10 años, tuvo una infancia feliz

En 1815 Ana cruzaba el puente sobre el Bidasoa hacia Francia y  en sentido contrario llegaba su cuñada Isabel de Francia. Ambas habían contraído matrimonio por poderes, Isabel con el futuro rey Felipe IV, hermano de Ana,  y Ana se había casado, tambien por poderes con Luis XIII, rey de Francia

La reina madre, María de Médicis se encargó de amargarle la vida a la pareja, ayudada por el Cardenal Richelieu se dispuso a separarlos.  Aparte del odio de su suegra, Ana tambien se daba cuenta de la poca estima que le tenía su marido, ademas de la repugnancia patológica que tenía Luis XIII hacia las mujeres.  

 Siete años despues del matrimonio Ana consiguió quedarse embarazada, pero perdió el hijo. 

Muchos años despues, cuando ya iba a cumplir 40 años, consiguió tener el que sería el futuro heredero Luis XIV

En 1643 murió Luis XIII y siendo su hijo menor de edad, Ana heredaría la regencia

 
En el centro de esta gran composición de Laurent de la Hyre vemos la personificación femenina de Francia, vestida con túnica clásica y sosteniendo una hoja de palmera en señal de victoria, así como un globo terráqueo estampado con flores de lis (flor heráldica del escudo real francés). El personaje alado que aparece detrás de Francia  se dispone a colocarle la corona de laurel, como representación de la victoria, la virtud o incluso la fortaleza y la constancia, tal como sugiere la columna. Encima de ellas, la fama celebra las glorias de Francia soplando un cuerno, mientras el joven de la derecha parece estar arrojando armas de guerra al fuego en señal de paz. El templo clásico del fondo, el cuerno, la cornucopia y la fruta situada a los pies de Francia representan los múltiples y civilizados beneficios de la paz.

 Este cuadro, pintado en  1648 se ha interpretado como una alegoría del Tratado de Westfalia que se firmó ese mismo año y que supuso el final de la guerra de los Treinta Años. Tambien se ha visto como una alegoría de la regencia de Ana de Austria.



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